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¿A quién le importa y quién participa en las campañas electorales a través de Facebook y Twitter? (El beso del diablo a Internet, II)

Por Juan S. Larrosa-Fuentes (25 de mayo de 2015)

Hace quince días, en este espacio decía que Internet le había dado el beso del diablo a la democracia.[1] Al parecer hemos puesto demasiadas esperanzas en una tecnología comunicativa, cuando en realidad tendríamos que estar pensando en transformar democráticamente nuestras relaciones políticas, con o sin Internet. Decía hace quince días que Internet le había dado el beso del diablo a la democracia, pues hace veinte años parecía que esta “nueva tecnología” democratizaría los sistemas políticos, cuando en la realidad la transformación parece mínima. Los usuarios de Internet y los ingenieros que desarrollan las plataformas como Facebook o Twitter, han creado burbujas informativas, en donde los usuarios se exponen únicamente a información afín a sus ideologías y gustos, pero creyendo, al mismo tiempo, que viven en un universo informativo plural y democrático. Una consecuencia de estas burbujas informativas son las cámaras de eco, en donde los usuarios tienen la ilusión de estar discutiendo con muchas personas, cuando en realidad solamente están escuchando la reverberación de su voz que se repite, en forma de eco, una y otra vez. Pues bien, en días pasados el observatorio de medios del ITESO publicó una encuesta, en donde se corroboran, empíricamente, algunas de las características de este controversial beso del diablo.

El 18 y 19 de abril pasados, QITESO levantó una encuesta en el municipio de Guadalajara, para conocer el consumo mediático de los habitantes, en el marco de las campañas para elegir a un nuevo alcalde.[2] En la encuesta hay una pregunta que indaga sobre cuál es el medio que los habitantes de Guadalajara prefieren para informarse sobre las elecciones en curso. El 49.5% de los encuestados dijo que utiliza la televisión para informarse sobre las elecciones, 21% a través de la radio 21% a través de los periódicos, 12% a través de Facebook y 2% a través de Twitter. Esta información es importante por varias razones. La primera es que la televisión, aunque muchos no lo quieran creer, sigue siendo el medio más importante a través del cual los tapatíos se informan, especialmente el noticiario local de Televisa, que en una pregunta posterior tiene el 55% de las preferencias de los televidentes. Ciertamente, la televisión ya no tiene una hegemonía total, como hace cincuenta años, pero desestimarla en términos de consumo de información política es un error. La segunda razón es que Facebook tiene un significativo porcentaje de ciudadanos que utilizan esta plataforma para obtener información electoral. Aquí cabe hacer la observación que Facebook, por sí mismo, no produce información, sino que la distribuye. A través de esta encuesta no podemos saber cuánta de la información que se distribuye por Facebook es de televisoras, radiodifusoras, o periódicos. La tercera razón, y la más sorprendente, es que ¡solamente 2% de la población se informa a través de Twitter! Contrario a lo que muchos políticos, periodísticas y estrategas piensan, Twitter no es una red de distribución masiva de información, tampoco es, como lo hemos demostrado en distintas investigaciones, una plataforma que haya acercado a dialogar a las élites políticas y a los ciudadanos.[3]

¿Por qué los tapatíos utilizan poco las redes sociales durante las elecciones? La primera explicación tiene que ver con un principio básico de economía política y de análisis de redes: para poder pertenecer a una red comunicativa, hay que estar conectado. Según Jalisco Cómo Vamos, 44% de los habitantes de Guadalajara no pueden acceder a Internet desde su casa y según la encuesta de QITESO, 44% de los habitantes tiene cuenta de Facebook y 12% cuenta de Twitter. Estos datos nos dicen claramente que, por diversas razones, la mayoría de las personas de este municipio no tienen cuentas en redes sociales.

Sin embargo, hay otros datos que explican por qué los tapatíos han utilizado muy poco las redes sociales en este periodo electoral. Estos datos, en general, tienen que ver con el poco interés que los ciudadanos tienen por utilizar estas plataformas para participar en los procesos de comunicación política durante las elecciones. Por ejemplo 6.5% de los ciudadanos dijo que utiliza Facebook para buscar información sobre algún candidato o el proceso electoral y 2% reportó utilizar Twitter para estos menesteres. Más elocuente aún, 3.5% de los usuarios de Facebook y 1.2% de los usuarios de Twitter dijeron seguir a algún candidato a través de estas redes. Y 17% de los usuarios de Facebook y 4.7% de los usuarios de Twitter manifestaron que no le interesa la política y por tanto, no utilizan sus redes sociales virtuales para conseguir información electoral, para discutir políticamente con otros usuarios, o para apoyar a algún candidato en Internet. A estos datos habría que agregar que las encuestas de consumo de medios, en general, tienen importantes grados de error, pues está demostrado que las personas tienden a exagerar o inflar su exposición hacia contenidos mediáticos.[4]

QITESO, 2015

En días y semanas recientes hemos visto un gran despliegue propagandístico de los candidatos en las redes sociales: todos los días actualizan sus cuentas de Twitter y de Facebook y comunican sus agendas de trabajo, sus slogans políticos, suben videos animados sobre sus propuestas políticas y fotografías en donde se retratan, especialmente, con mujeres y con niños. También hemos visto la propagación de campañas negativas y de información falsa sobre los candidatos, así como el uso político del trabajo periodístico de medios de comunicación. Además, hemos visto encarnizadas peleas y discusiones entre los equipos de campañas de los candidatos, periodistas y activistas, que se desgreñan en Facebook y desgañitan en Twitter, señalando que la madre de todas las batallas electorales se está desarrollando en Internet. Después, todas estas actividades en Internet son retomadas por la prensa local y enmarcadas como procesos comunicativos altamente relevantes para la política local.

La encuesta del observatorio de medios, así como otras investigaciones presentadas en el pasado, sugieren que las élites políticas de la ciudad como políticos, funcionarios públicos, candidatos, o periodistas, son quienes están dominando los procesos de comunicación política que están ocurriendo en Internet y que los ciudadanos/usuarios de a pie no están incluidos en estos procesos por diversas razones. Dos importantes razones tienen que ver con la brecha digital, así como el desinterés por lo político de los ciudadanos/usuarios. Lo que resulta problemático de todo esto es que la clase política construya un discurso sobre la alta relevancia de las campañas en redes sociales, cuando es una relevancia que en muchos de sus argumentos es falsa. Las élites políticas que participan en estos procesos comunicativos vivimos en burbujas informativas y cámaras de eco en donde creemos estar expuestos a información plural y donde creemos participar en debates políticos de alta trascendencia, en este caso, para la vida democrática del municipio de Guadalajara. Por un lado, grandes cantidades de dinero y energía se van a los procesos políticos en redes sociales, los asesores se jactan y vanaglorian del cambio comunicativo que están impulsando en pleno siglo 21. Por otro, el desinterés y la apatía política ronda entre los ciudadanos. La cándida e ingenua apología la transformación política vía el desarrollo tecnológico, una vez más, está quedando en entredicho.

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[1] Larrosa-Fuentes, Juan S., “El beso del diablo de la Web 2.0: Internet, polarización política y democracia,” Sistema Autorreferencial, May 25, 2015, https://autorreferencial.wordpress.com/2015/05/10/el-beso-del-diablo-de-la-web-2-0-internet-polarizacion-politica-y-democracia/.

[2] Los encuestados fueron personas de 18 años o más y que tuvieran vigente y actualizada su credencial de elector. El diseño del muestreo es probabilístico por conglomerados polietápico. El tamaño de la muestra fue de 600 casos. El nivel de confianza y de error es de 95% y ± 4%, respectivamente. Más información en http://qmedios.iteso.mx/?page_id=14003

[3] Juan S. Larrosa-Fuentes, “Twitter’s Messages during a Governor Election: Abundance of One-Way, Top-down and Auto-Referential Communications and Scarcity of Public Dialogue,” Global Media Journal México 11, no. 22 (December 2, 2014): 42–60, http://www.gmjei.com/index.php/GMJ_EI/article/view/213; Lydia Duarte and Juan S. Larrosa-Fuentes, “Comunidades virtuales y elecciones,” in Medios de comunicación y derecho a la información en Jalisco, 2013. Análisis del sistema de comunicación política de Jalisco durante las campañas electorales a gobernador, ed. Juan S. Larrosa-Fuentes and Sofía Paláu Cardona (Guadalajara, México: ITESO, Departamento de Estudios Socioculturales, 2013), 161–77, http://qmedios.iteso.mx/wp-content/uploads/2014/02/08-Comunidades.pdf.

[4] Markus Prior, “The Challenge of Measuring Media Exposure: Reply to Dilliplane, Goldman, and Mutz,” Political Communication 30, no. 4 (October 1, 2013): 620–34, doi:10.1080/10584609.2013.819539.

Este artículo fue publicado el 25 de mayo de 2015 como parte de la columna de opinión “Sistema Autorreferencial” del programa “Señales de Humo”, que se transmite por Radio Universidad de Guadalajara.

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El beso del diablo de la Web 2.0: Internet, polarización política y democracia

Por Juan S. Larrosa-Fuentes (11 de mayo de 2015)

La polarización política es un fenómeno común en los tiempos que corren. Vemos comunidades, ciudades, y países radicalmente divididos entre los que apoyan a los liberales o a los conservadores, a los de derecha o a los de izquierda, a los que creen en los sistemas de organización política y los que no. No es claro que sea un fenómeno reciente, pero es un hecho que la polarización ha sido motivo de estudio para unos y de preocupación para otros. ¿Cuál es el origen y las causas de la polarización política? Hay muchas explicaciones al respecto. Una de ellas dice que la polarización política es causada, entre otras cosas, por cambios en los sistemas de comunicación de las democracias contemporáneas.

Hasta mediados de los años ochenta, los sistemas de comunicación estaban alimentados por medios de comunicación grandes, relativamente estables y que producían información para toda la población. De ahí el mote de medios masivos de comunicación. Sin embargo, esta situación cambió, primero con la aparición de la televisión por cable y después, a principios de los noventa, con el desarrollo de Internet. La ecología mediática se transformó notablemente. Aunque se desataron fuertes procesos de concentración de la propiedad de los medios, el volumen de la oferta mediática se incrementó. (Esto no quiere decir que comenzó a producirse mejor información, sino que hubo una mayor abundancia informativa.) Al ampliarse la oferta comunicativa en la televisión por cable, pero especialmente por Internet, las masas se fragmentaron, pues las audiencias tuvieron a su disposición distintas opciones para consumir productos periodísticos o de entretenimiento. Hasta este punto la historia parece ser ampliamente favorable para un sistema democrático. Internet, hasta hace poco, era el antídoto en contra del mundo que Stanley Kubrick retrató en su memorable Naranja Mecánica. La diversidad informativa en Internet abriría nuevos canales de comunicación en donde todas las visiones y perspectivas políticas tendrían cabida. Sin embargo, a dos décadas de la aparición de Internet, sus efectos democratizadores están en la picota.

Al fragmentarse las audiencias, los medios tradicionales perdieron su mina de oro publicitaria, pues en el nuevo ecosistema mediático tuvieron que comenzar a hacer varios productos para distintas audiencias, cuando en el pasado bastaba con que hicieran un solo producto de distribución masiva. Menores audiencias significaron menores ingresos económicos y, por tanto, una menor inversión en la producción comunicativa, especialmente en el área periodística. En este escenario, los medios tradicionales han adoptado, en general, dos líneas editoriales que mitigan sus pérdidas económicas. El primer camino ha sido seguir el viejo esquema de producir información periodística para un amplio sector de la población. El resultado son notas periodísticas de poca profundidad y neutrales políticamente, pero que pueden llegar a todo tipo de audiencias. En la segunda opción los medios han enfocado sus productos a sectores de la población que tienen identidades políticas radicales. En este caso los medios producen información periodística para sectores conservadores o liberales, de derecha o de izquierda, o de cualquier otra polaridad política. Es decir, hay una proliferación de medios partidistas y prensas militantes, que han dejado atrás el utópico ideario de la objetivad como valor periodístico.

El que algunos medios de comunicación hayan radicalizado sus líneas editoriales es una situación que puede diluirse en Internet, pues la red es una de las plataformas de distribución informativa más importantes del mundo, especialmente a través de redes sociales como Facebook o Twitter. En teoría, en Internet los usuarios pueden encontrar todo tipo de información, desde la más radical, hasta la más moderada. Sin embargo, muchos investigadores han observado que lo usuarios evitan exponerse y consumir información contraria a sus preferencias políticas e ideológicas. Este fenómeno, que evita la disonancia cognitiva, da como resultado una “cámara de eco” (echo chamber en inglés), en donde los usuarios de redes sociales tienden a establecer relaciones con usuarios con lo que tienen afinidades políticas y a evitar aquellos con los que tienen diferencias. Sin embargo, los investigadores más críticos aseguran que sí existe la cámara de eco, pero que este fenómeno no es producido por factores cognitivos, sino por los algoritmos de las plataformas 2.0 como Google, Facebook, o Twitter (ver el concepto “filter bubble”). Estas plataformas registran qué información le gusta o no a los usuarios y a partir de estos registros van alimentando sus búsquedas de información. Si un usuario es afín a cierto tema político, le llevan información sobre este tema y no de otros. En cualquiera de las dos explicaciones, la cognitiva o la algorítmica, el resultado es el mismo: una mayoría de usuarios de Internet que solamente se exponen a información política que refuerza su ideología, lo cual aumenta su radicalización política.

Filter Bubble. Imagen tomada de http://www.brainpickings.org

Filter Bubble. Imagen tomada de http://www.brainpickings.org

Desde el punto de vista de la democracia deliberativa y republicana (y cuando digo republicano no me refiero al partido norteamericano), la polarización política es negativa porque los ciudadanos están dejando de discutir sobre temas políticos con otros ciudadanos que tienen visiones políticas distintas a las suyas. Paradójicamente, Internet le ha dado el beso del diablo a la democracia, pues está propiciando que los ciudadanos discutan menos entre sí y que se alejen de aquellos que piensan de forma distinta, pues resulta mucho más cómodo consumir información que refuerce sus preferencia políticas.

Ahora bien, estas explicaciones sobre las causas de la polarización han sido creadas a partir de investigaciones hechas en Europa, pero principalmente en Estados Unidos. Sería un error extrapolar acríticamente estas ideas para entender la polarización política en México, pero también sería un error desechar estos argumentos simplemente porque fueron hechos en otro lado. Desde 2006 México ha experimentado una polarización política que sigue siendo vigente hasta el día de hoy, prueba de ello son los últimos tres procesos electorales, que han tenido resultados muy cerrados, altamente controversiales, y que han dejado dividido al país. En medio de un nuevo proceso electoral, vemos algunas de las características que investigadores han descrito sobre los sistemas de comunicación del norte: proliferación de medios partidistas en Internet, medios de comunicación y columnistas que sobreviven a partir de audiencias altamente politizadas, radicalización de las identidades políticas de los ciudadanos, cámaras de eco en las redes sociales, y medios generalistas que ofrecen información política “neutral”, aséptica, y con poca sustancia periodística.

Este artículo fue publicado el 11 de mayo de 2015 como parte de la columna de opinión “Sistema Autorreferencial” del programa “Señales de Humo”, que se transmite por Radio Universidad de Guadalajara.

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Una vez más bajaron el interruptor informativo de C7: carta abierta a Myriam Vachez, Secretaria de Cultura de Jalisco

Por Juan S. Larrosa-Fuentes (26 de abril de 2015)

En días recientes me enteré que C7 dejó de producir y transmitir información, periodística y de opinión, relacionada con las campañas electorales. En países donde la radiodifusión pública goza de buena salud, esta noticia sería un gran escándalo. ¿Te imaginas que pasaría, Myriam, si la BBC o la Deutsche Welle decidieran, de un día para otro y sin una discusión y argumentación pública, eliminar la información electoral de sus parrillas de programación?

En el caso de Jalisco la noticia sobre la decisión de cortar la información electoral ha sido poco discutida. Algunos medios de comunicación han hecho eco sobre el tema y han reparado sobre la cuestionable decisión que el Consejo de C7 tomó para dejar de transmitir información electoral. Sin embargo, el tema se ha perdido entre el bullicio propio de las campañas y la indiferencia de muchos ciudadanos que observan esta decisión como otro episodio en el que los gobiernos toman decisiones sin apegarse a la ley, sin consultar a los ciudadanos, y especialmente, sin el interés de ofrecer un servicio público. Este episodio, Myriam, no es nuevo en la historia del Sistema Jalisciense de Radio y Televisión. Hace unos días se cumplieron veintitrés años de las explosiones del 22 de abril. También se cumplieron veintitrés años del día en que alguien decidió que, luego de las explosiones, era mejor bajar el interruptor de la radiodifusión jalisciense y dejar de informar a los ciudadanos. Así fue como alguien decidió que durante una semana, el sistema de medios públicos del estado emitiera ruido rosa y barras cromáticas. Hasta ahora no sabemos quién lo decidió ni cuáles fueron las razones de su decisión.

Dos décadas después sabemos que el consejo de C7 decidió cortar la información electoral, pero no sabemos exactamente por qué. En una minuta de trabajo del Consejo que tú presides, se sabe que decidieron suspender “desde el 5 de abril y hasta el 8 de junio, los programas de servicio social, spots y cualquier contenido que hable o pueda interpretarse como logro de gobierno” y que habrá un “condicionamiento (sic) de no tocar temas electorales para los programas de opinión”. Días después, en una entrevista para Reporte Índigo, Gabriel González López, el actual director de C7, declaró que la decisión se tomó porque temen hacer mal su trabajo. Es decir, que alguien interprete que C7 produce información que beneficie a alguno de “los candidatos o partidos que están en la contienda electoral”. En esta entrevista, además, el director señaló con mucha seguridad, que no están violando ninguna ley.

La decisión que tomaron, Myriam, revela una muy mala lectura de la ley. El artículo cuarto de la Ley Orgánica que rige C7 dice claramente que el sistema debe proporcionar información “pertinente, veraz y oportuna a los habitantes del Estado” y que las decisiones de sus directivos se ajustarán a las disposiciones constitucionales y federales, como los artículo 6 y 7 de la Constitución mexicana o la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión o. Además, el artículo 30 de la misma ley dice que el defensor de la audiencia debe actuar bajo los criterios del código de ética de C7, el cual dice claramente que “la gente (sic) y los individuos tienen el derecho a adquirir una visión objetiva de la realidad por medio de la información exacta y comprensiva” y que los periodistas tienen la tarea de crear información que le permita a las personas “formarse una idea exacta y comprensiva del mundo.” ¿Cómo nos vamos formar, Myriam, una idea exacta y comprensiva de las campañas electorales si C7 decidió eliminar la cobertura periodística del proceso más importante de un sistema de democracia representativa? ¿No te parece, Myriam, que sí violaron la Constitución Mexicana, así como La Ley Orgánica y el código de ética de C7?

La decisión que tomaron también revela, tal vez inconscientemente, la poca seguridad que tienen en su propio trabajo. El temor a ser señalados por trabajos periodísticos sesgados e imparciales tiene bases sólidas y reales. Aunque algunos conductores de C7 se han mostrado burlones y refractarios a la crítica, diversos trabajos académicos han documentado la poca independencia periodística del sistema de radiodifusión público.[1]

Los tiempos de crisis, Myriam, han servido como catalizadores para renovar instituciones, para volver a pensar aquellas cosas que no están funcionando bien. Difícilmente C7 va a recular en su polémica y desde mi punto de vista, errada decisión. Los directivos de C7, así como los miembros de su consejo, pasarán a la historia como aquellos que volvieron a bajar el interruptor de la radiodifusión jalisciense para dejar de informar a los ciudadanos. Sin embargo, siempre hay tiempo y posibilidades para cambiar. ¿Nos informarás detalladamente cuáles fueron los argumentos para dejar de transmitir información electoral? En caso de que sea cierta la razón dada por el director de C7, ¿no te parece que sería adecuado que renunciaran todas aquellas personas que no tienen la capacidad para producir información periodística durante un proceso electoral sin que sean señalados de ser parciales y sesgados? ¿No te parece, Myriam, que C7 cuenta con los recursos tecnológicos y económicos para producir los mejores contenidos periodísticos del estado?

 Este artículo fue publicado el 26 de abril de 2015 como parte de la columna de opinión “Sistema Autorreferencial” del programa “Señales de Humo”, que se transmite por Radio Universidad de Guadalajara.

Otros artículos que he escrito sobre C7:

[1] Darwin Franco, “Foro Mundial de ¿medios Públicos?,” en Medios de comunicación y derecho a la información en Jalisco, 2011, (Guadalajara, México: ITESO, Departamento de Estudios Socioculturales, 2012), 127–36; Juan Manuel Velázquez Ramírez, “Ausencias y emergencias de lo público/ciudadano en noticieros televisivos y movimientos sociales: un acercamiento desde la perspectiva del communicative framing” (ITESO, 2011); Guillermo Guillen Peña y María Fernanda González Hernández, “C7: ¿medio público o vocero eel gobierno?” en Medios de comunicación y derecho a la información en Jalisco. 2013 (Guadalajara: ITESO), 39–60.

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